IDENTITY CRISIS: ESQUELETOS EN EL CLOSET

Hablar de “Identity Crisis” (Crisis de Identidad) es a estas alturas del partido rellenar ríos de bytes escritas a lo largo de un año decisivo para quienes seguimos la DC superheroica. La contundente calidad de esta historia de siete partes que salió publicado originalmente en formato mensual allá por Agosto de 2004 la ha posicionado sin duda como una de las mejores cómics de superhéroes en mucho tiempo.

Esta crisis respondió a la tradición de reunir en una gran saga a los personajes más importantes en una sola gran aventura con el objeto de pegar un remezón tanto en la continuidad como en los lectores.

Además, si tuvo entre sus propósitos sacudir a nivel argumental proponiendo un punto de vista distinto a lo que es la “vida cotidiana” de los héroes, lo logró. Si bien en un primer momento recurre a un viejo cliché de remecer la neurona con un hecho negativo, como la muerte de un personaje, lo que nos propone Brad Meltzer es un escenario distinto.

El personaje que es asesinado en el primer número no es sólo secundario sino uno de los más queridos para quienes llevan sus añitos siguiendo los acontecimientos del universo DC. Se trata de más ni menos que Sue Dibny, la esposa del Elogated Man (Hombre Elástico) y que tuvo una destacada participación en la llamada Liga de la Justicia de Giffen, la cómica. Además, se trató de alguien amada y muy carismática, que provocó lamentos por todos lados, pero sin la carga necesaria de su inminente resurrección.

Y el título… Crisis. Esa palabra, asociada también por tradición a catástrofes cósmicas, la vemos junto al vocablo “Identidad”. Astuta idea. Mal que mal, Crisis está conectada en el inconciente colectivo comiquero como uno la saga más catastrófica y que rescribió con éxito la epopeya DC. Pero en Identity, los héroes (y villanos) no debieron lidiar contra una amenaza cósmico, sino contra sus propios esqueletos en el clóset.

En resumidas cuentas, la muerte de Sue abre una caja de Pandora que mostrará que a veces el fin justifica los medios. Meltzer hace participar al lector mediante una narración que explota las sensaciones internas de los personajes y que muestra sus resquemores e impresiones en cuanto a sus relaciones interpersonales. Los protagonistas aparecen tridimensionales y casi desnudos en sus motivaciones internas, lo que lo hace una delicia como narración. Por algo este tipo – Meltzer –, que es un escritor venido del mundo de las novelas, ha sido aclamado por la forma de contar una historia en viñetas.

Los acontecimientos de Identity Crisis trajeron cola. Las muertes, las insidias, las rupturas y las desconfianzas que se generaron a partir de ellas han sido el caldo de cultivo para los eventos a los que estamos expuestos hoy por parte de la DC. Sin villanos cósmicos, Meltzer dio el paso inicial a algo que a larga nos ha dejado pasmados.

Y qué decir de los dibujos de Rags Morales son de una expresividad mayúscula aunque haya dibujado a Superman tan rechonchito. Sin duda el poderoso planteamiento visual y la vigorosa narración de Identity Crisis lo configuran como una de las mejores historias de los últimos años.
Y la edición de SD fue espléndida. Pocas veces esperé con tantas ansias que llegara el siguiente número de una colección y no en tomo. Así no perdíamos las exquisitas portadas de Michael Turner. Esperemos que en un futuro cercano, la Crisis Infinita llegue también así, en revista. En tomo tienes todo de un paraguazo y se pierde el sabor del “continuará, bwa ha ha ha!!!".

Le doy siete bichos (de siete).