
Es curioso, pero cada vez que ser se revisita el origen de un personaje tan importante como
Superman, el debate se enciende a niveles interesantes pero centrados en temáticas como la conveniencia, pertinencia y detalles de continuidad de la saga más que en su calidad. O sea, la historia puede ser una epopeya de alta calidad, pero los lectores para bien o para mal nos encontramos debatiendo si era necesaria o no hacer esta revisión. Y claro, yo caigo en lo mismo.
Por eso prefiero separar aguas respecto al debate de la
"continuidad" – o no continuidad – y la calidad de la historia. Y en ese sentido, a pesar de que el final de este primer episodio me dio un poco de dolor de guata por la impresión, no puedo negar que estamos ante una buena historia que demuestra – una vez más – que
Superman es un personaje atractivo y que con un buen guionista al timón, se pueden relatar aventuras frescas y emocionantes.
Geoff Jhons nos lleva a la juventud de Clark con un enfoque absolutamente distante de
Jhon Byrne (¿ves que ya caí a la continuidad?), pero triunfa al relatar las vivencias de un joven
Kal El que se encuentra con la verdad acerca de su herencia, tras ir descubriendo sus poderes. Y obvio, nos reencontramos con viejos conocidos como
Ma y Pa Kent, Pete Ross, Lana y el joven Lex Luthor.

El final del capítulo, con el joven
Clark vistiendo el súper traje, reconozco aún lo estoy metabolizando, porque este punto sí que lo siento conflictivo, y no por un tema de continuidad. Creo que no era vital ponerle el traje a Clark si teníamos que recontar
las aventuras de la Legión de Superhéroes. Podría haber sido sin el traje, total, los héroes del futuro saben que este joven será Superman, el mayor héroe del mundo. Pero ya está hecho y hay que vivir con ello. Y qué diablos, me gustó la historia, tiene profundidad, hay emoción y conectas con el personaje. (Por cierto, acá al lado está una de mis páginas favoritas)
Hablar de la parte gráfica es un placer porque a mí por lo menos me gusta lo que hace
Gary Frank, al cual ya había disfrutado en la saga de la
Legión de Superhéroes junto a Jhons. En otra
oportunidad comenté la excelente interpretación que hace de Superman este dibujante con su evidente homenaje a
Cristhoper Reeve. Y Frank hace un valioso aporte a la historia que te hacer cómplice de lo que siente en su interior Clark, porque no asistimos a la destrucción de
Krypton o el Clark bebé siendo encontrados por los Kent, o sea, nos saltamos lo
“bíblico” y pasamos a las aventuras de un niño adolescente con los problemas típicos de la edad pero con valor agregado.

Ahora vayamos al otro tema… el de lo necesario que era esta historia. Con
Superman Secret Origins era obvio que la discusión y las críticas iban a ser acaloradas. Tal cual ocurrió con ese fallido experimento llamado
Superman Birthright, los fans se ven divididos acerca de la conveniencia de revisitar el origen de este personaje después del borrón y cuenta nueva que significó la
Crisis en las Tierras Infinitas. Y no se puede negar que
Geoff Jhons lo logró: finalmente ha consolidado el regreso del
Superman Pre Crisis o de la Silver Age (que es lo mismo), para bien o para mal; y para la pena de los que consideran Man Of Steel como el
evangelio de Superman, aunque hace años que en la DC se hagan los lesos con ello.
Primero que todo, a mi juicio, ya era hora que ordenaran la tontera. Han pasado muchos años desde que
John Byrne hizo
Man Of Steel, y el hombre de acero ha pasado por innumerables aventuras que técnicamente han pasado por alto detalles de la manoseada continuidad y que terminan por desajustar el temita (por ejemplo, el simpático
Krypto fue metido con calzador).
Insisto, era muy necesario ordenar el boliche. El personaje ha sido afectado por miniseries (
Infinite Crisis, por ejemplo) y ha bebido de influencias de productos extracomiqueros como
Smallville (
Birthrigth, por ejemplo, negarlo sería iluso).
Jhons no huye de este método. Vemos en el primer episodio, que además de volver a la nostalgia de la Silver Age, complementa el plato con elementos del origen de
Byrne, el aporte de
Mark Waid que duró menos que un candi e incluso me atrevo a decir que hasta hay cosas de la polémica y desinflada
Smallville, a estas alturas estirada como un chicle que no le queda mucho sabor. Sin embargo, Johns hace un buen caldo, es muy respetuoso del concepto del personaje, que es lo más importante.
Alegar que esta historia es mala porque rompe la continuidad (palabrita de mierda) o porque Clark se puso el traje muy cabro, es buscarle la quinta pata al gato. Claro, a mí no me gustó eso, pero no es un elemento me haga tirar mi revista a la basura. E insisto que no vale la pena enojarse, porque con
Secret Origins, se consolida lo inútil de romperse la neurona por la continuidad. Los personajes necesitan buenas historias, no estar rígidos para respetar los peos de los designios de un universo inestable. Y a todo esto, agradezcan que no hubo un
"Súperbebé".