
Me refiero al recocido de “V”, más conocida en nuestras tierras como “Invasión Extraterrestre”, una serie que trataba de la visita de una raza alienígena a la tierra en una supuesta misión de paz.
Es que es difícil olvidar esta saga que planteaba premisas interesantes, claro, con la inocencia televisiva de los ochenta pero con mucho carisma. La mala alien, Diana, era bien mala; los visitantes tenían una onda bien nazi para sus cosillas y escondían - literalmente - muchos secretos, los personajes de la resistencia eran bien especiales y con personalidades muy marcadas. En fin, yo y mis viejos no nos perdíamos “V”.

La trama de la nueva serie estrenada esta semana sigue siendo básicamente lo mismo: gigantescas naves de una raza de alienígenas llega a las principales ciudades del mundo y caussa obviamente miedo y expectación en la población mundial.
Rápidamente entablan contacto y anuncian que viene en paz porque necesitan agua y un mineral. A cambio, ofrecen avances tecnológicos y la cura a enfermedades.

Primero que todo, hay que decir que los efectos especiales están muy buenos. Se nota que ha puesto atención a ese tema. Además, hay personajes que se ven interesantes y que pueden dar jugo como la agente del FBI (ruda pero a la vez madre de un pelmazo), el reportero trepador (pero no leso) y el cura que pone el ángulo religioso a la llegada de los visitantes.

Eso sí, se le ha criticado que fue muy rápido como piloto y que pasan muchas cosas aparentemente inconexas. Puede ser, pero ojo, como la mayoría sabemos de qué va la historia, los guionistas no se podrían dar el lujo de presentar un producto lento y críptico en forma inútil.
Esto no es ni pretende ser una nueva Lost. En todo caso, sienta una sólida base como serie. Más que luchas contra naves y rayos láser, la resistencia deberá pelear contra algo peor: la devoción que la humanidad tiene por los recién llegados, casi a niveles bíblicos.
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